Hermosillo y su historia urbana: de ciudad imaginada a ciudad de imagen

[Foto: Fernando Herrera Gil]


El especialista en estudios urbanos y arquitectónicos, Eloy Méndez Sainz, compartió sus reflexiones sobre la forma en que Hermosillo ha sido imaginada y construida en sus diferentes etapas, desde la colonia hasta la actualidad sin que algún proyecto de ciudad se consolide ni la unifique.

La cita fue en Casa Madrid, en el marco de las Fiestas del Pitic 2015 (Hermosillo, 28 al 31 de mayo de 2015); el objetivo: proponer la reflexión en torno a las tendencias que están llevando a la capital sonorense no a ser una sino varias ciudades pequeñas dispersas, desarticuladas y encerradas en sí mismas.

El itinerario partió de preguntarse qué tipo de ciudad han soñado sus habitantes en momentos claves de su historia: el pueblo “español” durante la colonia y sus postrimerías, la ciudad “afrancesada” del porfiriato, la metrópoli con aires norteamericanos de mediados del siglo XX y la actual, una que intenta insertarse en los circuitos globales.

De acuerdo con Méndez Sainz, el problema es que ninguno de esos proyectos fue concluido en su momento y hoy se transponen, constituyendo espacios que segmentan y segregan a la población, limitando las posibilidades de hacer ciudad, de promover la empatía, el sentido de comunidad.
Y es que la lógica del poder ha guiado la evolución urbanística de Hermosillo.

En la etapa colonial, se buscó darle el sentido de una ciudad agrícola levantada en el desierto, para lo cual se implementó el Plan del Pitic, un proceso de repartición que abonaría a la formación de los “titanes” agrícolas.

En la época independiente, entre los siglos XIX y XX, se buscó imponer la visión del progreso: de ahí la creación de una catedral, la construcción de un palacio de gobierno “afrancesado”, el equipamiento con electricidad, la entrada del tren, la instalación de una cervecería.

En los años 40 del siglo pasado, ya con una clase política consolidada, representada principalmente por el Grupo Sonora, el proyecto urbano buscó recrear una sociedad moderna y progresista, cuyo emblema sería la colonia Pitic, basada en el modelo de viviendas y calles típicas del sur de los Estados Unidos.

A partir de los años 90 y en la actualidad, el imaginario de Hermosillo no responde al de una sociedad comprometida con su pasado sino al de una ciudad que busca venderse a través del marketing urbano, donde las obras se construyen, más que para ofrecer soluciones, para atraer inversiones.

El académico ejemplificó con proyectos de las últimas décadas como la zona de negocios del Vado del Río, la Puerta Norte o salida a Nogales y la Puerta Oeste, con su nuevo estadio de baseball y desarrollo residencial.

En ese sentido, lo que importa son las obras que se “vean” aunque no hagan de Hermosillo una ciudad amable, como ejemplo los enormes distribuidores viales o la homogeneización de fachadas en el centro.

Según Eloy Méndez, una falla en el proyecto urbano de estas últimas décadas para Hermosillo ha sido creer que una marca –por ejemplo la abreviatura HMO- puede hacer a la ciudad, cuando en realidad, es al revés, la marca debe emerger del conocimiento de su cultura históricamente acumulada.

Sobre lo anterior, el investigador dialogó con el público que planteó ideas e inquietudes respecto a cómo hacer que el desarrollo urbano de la otrora Villa del Pitic tenga una esencia más social que comercial. De cómo hacer una ciudad más para los de adentro que para los de afuera.   

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